miércoles, 30 de abril de 2014

El inevitable cambio paulatino


 Cuando la gente pregunta qué se debe hacer para salir de la crisis espera preguntas claras que entienda sin dificultad. Pero antes de generar una respuesta se deben plantear bien las preguntas:

  1. ¿Por qué hay que hacer algo? Respuesta evidente: porque algo no va bien.
  2. Entonces, ¿qué es lo que no va bien? Esto ya no está tan claro.

Las tertulias y telediarios se suelen centrar en elementos directamente relacionados con situaciones que conocemos de cerca como la economía, trabajo, empresario, corrupción, etc. Y llevamos desde que empezó la crisis dándole vueltas a lo mismo. Tal vez sería hora de tomar otro punto de vista.

Una palabra que ha aparecido en los últimos meses es deflación. La deflación consiste en bajada generalizada de los precios debido a que la crisis crea pobreza que significa menos dinero en manos de los consumidores así que el comerciante, para atraer al comprador, debe bajar los precios.

Lo anterior nos lleva a otras preguntas. ¿Por qué hay menos dinero en circulación? ¿A dónde va el dinero?

  1. Una respuesta es que el dinero del parado va a los bolsillos del que tiene trabajo, del frutero al que le compra la fruta, del gran empresario de la eléctrica, del jeque del petróleo.
  2. Esto es una forma de verlo y no sería tan mala si ésas personas pusieran el dinero en circulación. Pero resulta que el dinero se está destruyendo de manera inevitable. Cuando pagamos un crédito hay que devolverlo con intereses. Es dinero que se queda en el banco y no vuelve a circular hasta que alguien pide otro crédito. Y lo peor es que los créditos que se están pagando son el de las casas con lo que se está quitando grandes cantidades de dinero de la circulación que sólo podrá ser compensado si la gente volviera a pedir créditos por un valor equivalente. IMPOSIBLE.

El párrafo anterior es la explicación del por qué no se va a volver a lo que había. Lo malo es que no es la única, hay otros motivos que también lo impiden como la tecnología y la población envejecida. Ahora ya se puede comprender que las discusiones de las tertulias televisivas no lleven a ningún lado. Lo siguiente a preguntarse puede ser cómo será o cómo no será el futuro. No sé cómo será el futuro pero si sé cómo no puede ser.

  1. No puede ser con un sistema bancario privado con intereses. Debe ser público y sin intereses de seguir existiendo dinero. El dinero debe estar controlado por el Estado para que pueda actuar activamente en mantener una masa monetaria más o menos fija en circulación.
  2. No habrá trabajo para todos. Las máquinas desplazan mano de obra humana y los productos actuales no pueden ser fabricados a mano. Las máquinas son más eficientes y precisas.
  3. El dinero cada vez tiene menos sentido. Se tiene la posibilidad de tener máquinas que lo hagan todo, desde sembrar a llevar el producto al almacén. Muy pocas personas harán falta para mantener unas máquinas que también se arreglarán solas. La gente sólo tendría que coger del almacén lo que las máquinas colocasen en él.
  4. No será parecido a ningún sistema del pasado. La humanidad no ha conocido una época de población envejecida como la actual ni una tecnología que desplaza la mano de obra humana. Venga lo que venga será algo distinto.
  5. Algunos hablan de guerra pero no creo que sirva de mucho. Aunque muriesen los parados y los ancianos el desarrollo tecnológico haría repetir el escenario actual. Se volvería a crear una bolsa de parados. Al final sólo habrías ricos cuyos siervos serían máquinas. ¿No se pude dar eso ahora? ¿Por qué no podemos tener todos un estilo de vida así si las máquinas lo pueden hacer ya casi todo?

Como he razonado, el futuro no puede ser parecido a nada ya acontecido en el pasado. Y el futuro podría ser sin dinero y sin la obligación de un trabajo diario. Pero no se trata de que imaginemos ese futuro, se trata de entender por qué no puede ser lo que hay o lo que ha habido. El futuro será como lo construyamos entre todos.

Por lo anterior, no parece muy sensato seguir realizando esfuerzos en ser parte del sistema, en tener el típico estilo de vida de trabajo, casa, familia, coche, perro. Es una desintegración paulatina, hay colectivos que ya han perdido el trabajo y poco a poco se irán uniendo a ellos otros colectivos en un orden determinado.

¿Qué hacer, cuál es el enfoque correcto?

  1. Hay que entender que no hay receta mágica debido a que el futuro será algo nuevo. Esto hará que las decisiones que tomemos no siempre sean buenas. Debemos tener una mentalidad constructiva y aprender de los errores.
  2. Acciones como la del huerto urbano, también en parques y jardines acercan la producción al consumidor. No es sólo por la escasez de petróleo, también porque será la manera de tener comida en los bancos de alimentos.
  3. Crecer como persona. En el sistema actual es algo que se ha olvidado, la gente se ha dejado llevar por la sociedad y se limita a tener un trabajo, a viajar y tomar cervecitas con los amigos en el bar. Nadie se suele parar a preguntarse si realmente estoy haciendo lo que me gusta y si puedo cambiar. Se acepta y se continúa. En un mundo sin trabajo la persona actual se sentirá vacía, su vida carecerá de sentido. Crecer como persona es analizarse, pensar que te gusta, adquirir nuevas habilidades físicas e intelectuales, tener un plan de crecimiento personal y social. Eso hoy en día la gente no lo tiene, sólo busca mejorar como herramienta y con el fin de ganar más dinero para gastarlo.

A veces miro toda la porquería que hay en casa,
todo lo que necesitamos para subsistir.
Y podría vivir sin ello.
Si no tuviéramos que trabajar tanto para ganar dinero
no tendríamos que gastar ese dinero para sentirnos mejor por trabajar tanto.

Esto da un nuevo enfoque a cómo se debe afrontar la crisis y el paulatino cambio. Ahora mismo hay dos tipos de personas:

  1. Las que están agobiadas por tener que trabajar, por no tener tiempo libre y estar asustadas por la posibilidad de perder su trabajo.
  2. Las que están agobiadas por no tener trabajo, por no tener casi nada para él y su familia.

Un primer paso podría ser la de generalizar los trabajos a media jornada promoviendo el consumo de productos y servicios de las empresas que adquieran esta nueva forma de crear empleo.

No evitará la tendencia deflacionaria ni que cada vez haya menos trabajo. Pero sí permitiría que la gente tenga un mínimo de dinero para subsistir con lo mínimo y tiempo para pensar en qué es lo que quieren. Es juntarse con otras personas para analizar qué es lo mejor para la mayoría, es crecer como persona.

Problema: Los gobiernos, los ricos y los poderosos buscarán impedirlo. Y de hecho lo consiguen gracias a las deudas. La gente que tiene trabajo no querrá participar en este cambio porque, al estar tan endeudados, no podrían pagar sus deudas.

Posible solución: Mentalidad cooperativa. Abandonar una casa e ir a vivir con otros que las estadísticas dicen que las casas actuales están habitadas por menos personas que habitaciones tiene la casa. El parado que deja la casa que se la dé al banco y se declare insolvente. Aceleraría el inevitable cambio, sería quitar el esparadrapo de un tirón, al final dolería menos.

Tened en cuenta que el sistema no funciona gracias a los políticos, funciona a pesar de los políticos. En situaciones de crisis la gente se suele organizar de forma espontánea bastante bien, todo el mundo presta ayuda.